¿El mundo gira hacia una era de derechas?

El pasado 8 de noviembre, el Empire State Building, rascacielos que simboliza desde hace más de ocho décadas el poderío de Estados Unidos en el mundo, era iluminado por una proyección de cómo iba el conteo de las elecciones de dicho país. La imagen aterrorizaba a muchos neoyorquinos: el polémico magnate Donald Trump estaba a solo 20 delegados o menos de entrar a la Presidencia de la nación más poderosa del mundo.

El temor para muchos era más que fundado: el empresario y personaje de la farándula había basado su campaña en mensajes xenófobos, machistas, en negar el cambio climático, en prometer deportaciones masivas y la construcción de un muro en la frontera con México. Esto además de sus escándalos, como numerosos casos de presunto abuso sexual y un video con comentarios suyos que ayudaban a esas denuncias, ya que se refería a su modo de tratar lascivamente a mujeres desconocidas.

“Me atraen las bonitas automáticamente. Las comienzo a besar, es como un imán, no puedo ni esperar (...). Y cuando eres una celebridad te dejan hacer lo que quieras, puedes hacer lo que quieras. Las agarras... Puedes hacer de todo”, le decía al presentador Billy Bush, tal como quedó registrado en el video.

Extraño apoyo

Aún con este y otros escándalos —entre los que se cuenta también la evasión de impuestos—, los votantes estadounidenses eligieron a Trump. Tal fue el impacto de dicho suceso, que las bolsas de valores de todo el mundo cayeron en las horas posteriores a la noticia que más de medio mundo temía. Después, ante la necesidad de adaptarse, mercados y gobiernos se mostraron levemente optimistas de que no habría un escenario tan apocalíptico como el que se había predicho por medios y académicos.

No obstante, sí cabe incluir lo ocurrido en Estados Unidos como uno de los hechos impensados mediante los cuales, las expresiones más populistas de la derecha marcaron el mundo en 2016. Así por lo menos coinciden expertos como Mauricio de Vengoechea, estratega político de la firma consultora Newlink Research.

“El populismo de derecha ha demostrado este año en el mundo que es tan efectista o más que el populismo de izquierda. Vimos a este último avanzando en años pasados en América Latina, pero ahora vemos al primero avanzando en distintos lugares del mundo, entre los que se cuenta Reino Unido y Estados Unidos”, explicó.

Para Patricio Navia, politólogo y docente de la Universidad de Nueva York (NYU), “más que un año marcado por una derecha populista, podría definirse lo que ocurrió en distintas coyunturas como un año en que el antisistema, que se plantea como lejano a las elites políticas, ha tenido triunfos. En algunos de los casos esas facciones han tenido matices populistas, pero en otros no”.

Mauricio Jaramillo Jassir, docente de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, consideró que “el fenómeno no es tanto por la derecha. Es decir, sí es la derecha, pero más allá de eso hay un asunto de naturalismo. Esa es la característica más influyente de las distintas coyunturas que se dieron este año. Eso no se limita solo al resultado de las elecciones en Estados Unidos ni al Brexit de Reino Unido. En todo el mundo están surgiendo fenómenos que avanzan en las urnas mediante un discurso populista y antisistema”.

Causas del fenómeno

¿A qué se debe que este tipo de propuestas políticas se estén viendo fortalecidas en los últimos años? Para Jaramillo Jassir y los otros expertos, el sistema político de las sociedades contemporáneas no está funcionando en muchos sentidos.

“Hay un fracaso de la democracia en muchos aspectos. Se manifiesta en tres frentes. En primer lugar, el voto vale cada vez menos. La gente vota por líderes que tienen cada vez menor poder, en contraste con sectores como el económico. Eso también ha desprestigiado mucho a los políticos. Las personas dicen ‘yo para qué voy a votar por este candidato si este tiene que ir a negociar sus medidas con los empresarios’.

En segundo lugar, la democracia no ha podido resolver los grandes problemas de la gente del común. Por ejemplo en América Latina es la distribución de la riqueza, en Europa la seguridad ciudadana. Entonces lo que uno ve es que la democracia es un ideal, pero no es efectiva en la resolución de los problemas cotidianos de la ciudadanía”, agregó.

“En tercer lugar, la misma democracia promueve espacios para que personas apolíticas lleguen. Uno podrá objetar lo de Trump, pero esa es la democracia y eso ocurre en todos lados. La combinación de estos tres factores, por tanto, esta produciendo esos fenómenos”, concluyó.

Desde Estados Unidos, De Vengoechea coincidió: “La gente está cansada del establecimiento, de los poderes de la clase política y del exceso de poder que reúnen ciertos clanes. En Estados Unidos, si miramos los últimos 50 años de gobiernos, 28 de esos años han sido dominados por dos familias: los Bush y los Clinton. Desde que Bush padre fue Vicepresidente de Ronald Reagan fueron ocho años, después pasó cuatro como mandatario, son 12, después ocho su hijo, son 20, más los ocho años de los Clinton, es más de un cuarto de siglo. La gente se está cansando de las dinastías y eso es lo que está pasando en el mundo entero”.

Así pareció notarse en plena transmisión mundial de las elecciones estadounidenses, cuando se vio que los demócratas perdían sus históricos feudos de Michigan, Wisconsin e incluso Pensilvania.

“Ahora Trump está mostrando el grado de malestar que existe en las clases bajas de estados como Michigan y Wisconsin, y que parecen darle la razón a él, en el sentido en que siempre afirmó que no le hicieran caso a las encuestas. Para esos millones de personas, Washington no estaba funcionando”, afirmó Jake Tapper, conductor de noticias de CNN.

En todo el mundo

Igual explicación se puede aplicar al caso británico, así el contexto sea distinto. Desde 2011, las políticas de austeridad del entonces primer ministro David Cameron generaron descontento en la población. La crisis migratoria, el fenómeno del terrorismo islámico, entre otros factores, completaron la tarea para hacer que gran parte del pueblo británico expresara rechazo a la globalización y un retrógrado proteccionismo comercial.

Tal como Trump en EE. UU., sectores liderados por el populista Boris Johnson, basaron en eso su mensaje: la promesa del fin a la temida inmigración y un retorno a un pasado nacionalista de esplendor. Pero tal como explica Mauricio Jaramillo Jassir, “el fenómeno no se reduce solo a EE. UU. y Reino Unido. En todo el mundo se está viendo cómo sectores populistas triunfan en las urnas. En Filipinas con Rodrigo Duterte hay algo similar. En Indonesia con Joko Widodoestá eso mismo. En el Noreste Asiático hace rato hay un fenómeno de nacionalismo populista con Jun’ichirō Koizumi a comienzos del milenio, ahora con Shinzo Abe”.

¿En América Latina, puede ser incluido el plebiscito colombiano por la paz en ese fenómeno? “El contexto es diferente porque enfrenta a dos derechas, la liberal de Santos y la que se impuso en las urnas. Es cierto que en Colombia se utilizaron argumentos emocionales, surgidos de las entrañas, pero la denominada ‘política de las pasiones’ no es un fenómeno nuevo y se usa desde que hay medios masivos”.

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